El sol ahora
invade las esquinas.
Vamos. Los aleros se acaban.
Abundan espejismos
Realmente hay ausencia
de nubes que vienen hacia nosotros y
ni siquiera rozan.
Voy, no solo.
A mi lado, el Spleen de siempre.
Le dicto surrealismos.
Caminamos serios.
contemplándonos.
Esta ciudad no es segura
en cualquier momento
te asalta un desvío y después…
un hueco sin salida.
-¿Seguimos?-
En una acera alguien abandonó
un par de zapatos viejos.
Cuan feliz sería poder despojarse
así de la tristeza.
¡Que placentero ir descalzo!
-¿Y las piedras?-
-¿cargo pecado todavía cuanto?-
Asumí que el castigo había terminado.
Llegamos. La puerta se abre.
El felpudo tiene gotas de sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario