En
la iniciada penumbra de la noche se observa una silueta
Es
un ave que a lo lejos emite un canto
Y
mientras yo lo observo, procedo a capturar esa imagen
Una
imagen tan triste, tan lóbrega, tan amarga y a la vez, tan dulce:
Es
triste porque ese pequeño ser del cual proviene se encuentra solo,
Lejos
de su manada quienes volaron lejos de él y rápidamente le olvidaron.
Es
lóbrega porque no solamente ese pequeño cantor se encuentra solo
Sino
que yo también lo estoy y me siento identificado en él
Por
consiguiente guardo su imagen en mi memoria a fin de no poder olvidarlo.
Es
amarga porque la negra penumbra que lo
envuelve
no
tiene oídos para escuchar su alabanza
y
yo me encuentro tan lejos que tampoco puedo oírla
y
deleitarme con sus pequeñas notas.
Es
dulce porque en medio de todas las circunstancias que la encierran
Trae
consigo un alivio a mi alma agotada de tantos sinsabores.
Y
de repente…
El
pequeño cantor terminó su trino y se elevó en lo negro del cielo
Hasta
desaparecer de mi vista llevándose en su vuelo los últimos segundos de este día
Y
el calor agolpado de los techos, de las casas, de la tierra y de mis sienes.
Hermoso poema. Yo también he visto un ave solitaria en la tarde. Quizás era la misma.
ResponderEliminar