Te encontré.
Te encontré hoy tirado en la calle,
tu cara fría estaba ya
tus ojos perdidos sin señales de luz
tu vida se había extinguido
no sé desde hace cuantas horas
pero ya no estabas allí,
tu alma se había elevado hasta hípnicas distancias
y solo tu dulce cuerpo estaba allí tirado.
Me asaltaste porque, mientras mis pasos intentaban
dirigirse
y mis ojos se alejaban del potente sol, te ví…
debajo del arbusto; inerte, triste, acabado, muerto…
y mi corazón empezó a lamentarse
a acarrear una pequeña tristeza por haberte visto allí
solo, sin dueño, sin aliento, sin vida.
Fue un asalto…
el asalto de tu cuerpo ante mis ojos,
el asalto de la muerte ante la vida,
el asalto que me embiste a medianoche,
y me obliga a escribir,
para no dejarte desaparecer
sin que nadie lo perciba,
sino inmortalizarte eternamente
cada día mientras exista vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario